Mi hermano Raúl
Algunas veces, cuando menos lo esperamos nos sorprenden con su capacidades diferentes. Puede que no hablen, no vean y no anden. Pero a su manera saben si estás deprimido o si estás con buen ánimo. Mi hermano es uno de esos chicos afortunados, porque una sola sonrisa suya puede alegrarte un día entero. Él sí escucha cuando le hablas, te entiende con sólo oír tu voz.
Quizás a más de uno le parezca extraño, ya que además por el tacto sabe si lo has cogido o no, él también sabe identificar con su gusto si un alimento le gusta o no dependiendo de la fruta... Él tiene parálisis cerebral, además del síndrome de West, el cual le derivó al de Lennox-Gastaut. Desde pequeño le han realizado numerosas operaciones de las que ha salido airoso a pesar de las dificultades.
Tal vez penséis que no aporta nada bueno reconocer estos casos de enfermedades raras, de las cuales prácticamente no se oye hablar en la mayoría de las veces en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión...). Hay una gran cantidad de los alimentos que la mayoría de la gente se puede comer
y sin embargo, ellos no pueden hacerlo. Por eso, no entiendo que algunos por la calle le digan que lastima.
Para mí, lo que es una verdadera lastima es que no se pongan en el lugar de aquellos que la padecen o en el de sus familiares, sobre todo en el de los que conviven día sí día también con ellos bajo su mismo techo. La posible pérdida de sus colegios preparados para su bienestar y su salud sería un paso atrás muy grande porque limitaría bastante a sus convivientes, en especial a hermanos y padres.
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